¿Se puede tomar a la televisión como el elemento, medio o instrumento –ya sea de formación, dominación o divertimento- que irrumpió de manera brutal en la sociedad del siglo XX, y se transformó en el centro de referencia de la gran mayoría de los hogares occidentales del planeta?
La radio, la gráfica y el cine dominaban los medios de comunicación hasta 1950, y las rutinas sociales del mundo moderno no esperaban –como nunca se espera lo desconocido- la llegada de éste aparato que se inmiscuiría en los hogares de todos, y llegaría a ser mucho más que un simple artículo del hogar. De él, como medio, dispararían en distintas direcciones la publicidad; la ideología; los aspectos económicos, políticos y sociales; la información -en todas sus esferas-; el mundo en sí mismo. O mejor dicho, lo que el mercado quería –y quiere- que los receptores en sus hogares vean, oigan y piensen.
Poder
La televisión pateó el tablero de los medios de
comunicación desde su aparición a mediados del siglo
pasado, encontrando el espacio perfecto para la publicidad con
alcance masivo; pero también como arena de disputas del poder
económico y formación de la opinión pública. Si hasta los
’50 la familia se reunía a escuchar el radioteatro y los
trabajadores compraban las distintas ediciones informativas de los
diferentes diarios, como afirman Barbier y Bertho Lavenir, “La
televisión que se desarrolla en primer lugar como un
espectáculo familiar nocturno, tiende a competir con –y a
reemplazar a- la radio en sus formas de uso hasta comienzo de los
años 1980.” (BARBIER y BERTHO LAVENIR, 1996, 280)
Pero el poder de la televisión radica en el encadenamiento que
se da entre los canales y las redes televisivas, junto a las empresas
anunciantes y los diferentes gobiernos. Esto genera desde la estandarización
de gustos estéticos y las relaciones sociales e identidades, hasta
la formación de opinión; cruzado por la marcación
de la agenda cotidiana de los medios informativos como así
también por la oferta de productos en un mercado, que en los
últimos cincuenta años del milenio, afiló la
punta del lápiz capitalista y encontró en la televisión, su mejor vidriera.
Realidad
Los aportes de Nipkow, Caselli, Rosling, Braun, Swinton, Campwel,
Zworkin en un primer momento para los distintos sistemas, tanto el mecánico como el
electrónico, -utilizados en los siglos XIX y XX- allanaron el
desarrollo de la televisión para que, luego de haber estado
estancado el desarrollo en tiempos de la 2° Guerra Mundial,
pudiera en 1952 tener su verdadero comienzo comercial (PEÑAFIEL
y LOPEZ, 2006).
¿Se puede permanecer estanco y sin modificaciones cuando un
nuevo elemento como la televisión ocurre? Nada fue lo
mismo en aquellos ’50, pero ocurrió algo similar y a mayor escala
con el paso de las décadas; ni las personas y sus
interrelaciones, ni los propios medios pudieron asimilar el golpe
inicial, aunque el tiempo los fue ubicando en un nuevo lugar dentro
del plano mediático. Los distintos movimientos sociales,
políticos y estéticos en occidente en los ’60 y ‘70;
como así también la caída del comunismo ruso
junto al muro de Berlín -que dejó al capitalismo como
única vía en los ’80 y ‘90-; y la globalización
junto a las redes informáticas -como criaturas de éste
formato económico- mientras terminaba el milenio, acabaron
modificando de raíz las relaciones interpersonales y sociales
de la humanidad toda.
Fragmentación de Identidades, Pluralidad de Discursos,
Heterogeneidad Cultural son conceptos que se dan dentro del marco del
capitalismo, en su versión globalizada. Y forman una extraña
paradoja, porque son causa y efecto de los movimientos y las acciones
de este nuevo marco socioeconómico; tanto de fin de siglo como
del comienzo del nuevo milenio. Y Chris Barker aclara el panorama con
ciertas definiciones, al decir que “…las culturas ya no están
delimitadas por unas áreas específicas, sino que, como
consecuencia de la migración de las personas y de la
transferencia electrónica de ideas e imágenes,
transgrede las fronteras establecidas”; y que “…la
globalización no se debe experimentar ni entender solamente en
términos económicos, pues también plantea
importantes cuestiones sobre el significado cultural y la
intensificación de una conciencia global”. (BARKER,
1999, 67 Y 72)
El gran negocio estaba ahí, solamente se tenían que dar
las condiciones de inversión y las posibilidades de desarrollo
para ampliar un mercado que no tenia, ni sabía de su techo.
Terminada la segunda Guerra Mundial, las industrias debian buscar un próximo nicho; y esto se daba en el marco de la formación de un
nuevo tipo de sociedad impulsado desde los países
desarrollados. Los diferentes modelos, tanto en Estados Unidos (
“grandes redes privadas financiadas por la publicidad y que
buscan la mayor audiencia posible”) como en Europa
(“televisiones públicas, controladas por los gobiernos”),
daban por sentado que era necesario instaurar una norma común
para que los industriales puedan invertir con una seguridad
razonable. Imponer, por razones de coherencia de la red o de
protección de los consumidores, una norma o procedimiento, es
favorecer a un industrial por sobre la decisión estrictamente
de cada Estado de disponer de técnicas nacionales. (BARBIER y
BERTHO LAVENIR, 1996, 280/281/283)
Por otro lado se esconde la homogeneización cultural y la
uniformidad de estilos de conductas globalizadas, junto al medio
televisivo como lugar de disputas sobre la formación de
opinión. Según Barker, “uno de los puntos
principales que destaca la hipóetsis de la homogeneización
cultural es el alcance global del consumismo capitalista, cuyo
vehículo por excelencia es la televisión global.”.
Perspectiva que hace “hincapié en la pérdida de la
diversidad cultural y en el aumento de la 'uniformidad', proceso que
evalúa de manera negativa.” (BARKER, 1999, 74). En el
mismo sentido y haciendo foco en la relación televisión
y audiencia, los programas emitidos -sean de entretenimientos o
políticos- tenían de fondo un intento de amalgamar
ciertos contenidos, sean ideológicos o de consumo. En aquellas
primeras décadas resaltaban la extraordinaria capacidad de los
programas de entretenimientos para movilizar la opinión pública y el consumo; y el
hecho de que, bajo apariencias lúdicas y banales, son valores
y representaciones que comparte la Nación. Este nuevo medio, la televisión en todas sus
emisiones, se ha convertido en el lugar donde se teje el lazo social
y donde se expresan tanto los valores como las tensiones de una
sociedad. Los ejemplos de CBS, tanto el de Murrow/McCarthy y el de la
Guerra de Vietnam operan en el sentido
político-ideológico-informativo. (BARBIER y BERTHO
LAVENIR, 1996, 288/289/290/291).
La necesidad prefabricada e inyectada en la sociedad en los '50 y '60
se fue haciendo cada vez mayor con el paso de los años, pero
en ésas primeras décadas el impacto fue muy grande, más
que nada comparando con la historia previa inminente. El ejemplo en relación al incremento de
aparatos en hogares así lo demuestra: “Entre 1950 y 1960
la televisión se convierte en un medio de masas en los Estados
Unidos. En 1950, se cuentan tres millones de televisores; en 1961, 57
millones. Es, también, un negocio rentable; el beneficio neto
de una red como la CBS se duplica en cinco años, pasando de 25
millones de dólares en 1959 a 40 en 1964.” (BARBIER y
BERTHO LAVENIR, 1996, 287). Más adelante, el fenómeno
global de la televisión en cuanto a producción,
diseminación y parámetros de visión tuvo otro
salto cuantitativo en los países en vías de
desarrollo. Entre 1984 y 1994 el número de hogares con
televisión aumentó vertiginosamente en zonas como
África y Asia (se triplicó) o Centroamérica
(duplicó la cifra). (BARKER, 1999, 85)
Este avance científico y técnico -que se había
frenado tanto en Europa como en Estados Unidos a causa de la segunda
Guerra Mundial-, reapareció con mucha
mas fuerza e inversión, pero de forma diferente según
sea el país en cuestión. Y esto se debe a que el
esfuerzo industrial abocado al belicismo, volcó sus
investigaciones para que en 1946 aparecieran las primeras emisiones
comerciales, aunque por un problema de licencias, retrasó el
verdadero comienzo 6 años más.(PEÑAFIEL y LOPEZ,
2006).
En este análisis remarcamos que la televisión es un
generador de información y entretenimiento; pero también
un formador de opinión, ideología, estilos y modas.
Pero a su vez, hay una retroalimentación con todos los sujetos
que giran y repercuten en su actividad, formando una sinergia que
repercute directamente en la sociedad toda, y en cada sujeto en
particular.
Asi, conceptos como
Poder, Consumo, Sociedad y Realidad fueron mutando en su relación
directa e indirecta con la Televisión. La sociedad actual
difiere a gran escala de la de 50 o 60 años atrás; los
sujetos, las familias y las relaciones cambiaron -en gran medida por
los medios masivos- de manera exponencial, según pasaban los
años. La forma de consumir también mutó. Las
publicidades no solo debordan la pantalla, sino que invadieron
cualquier espacio público de nuestros días. La
desesperación consumista y la imposición de necesidades
en el gran público por parte de las empresas son una buena
muestra. Entonces comprendemos que la realidad ha cambiado. Podríamos
hacer foco solamente en frases como “lo vi en TV” o “para ser
verdad tiene que aparecer en TV”; pero es mucho más que eso.
El poder de las empresas y los medios radica en que pueden disponer
de la realidad del resto de la población; imponer noticias,
agendas informativas y culturales, generar productos y venderlos
presentándolos tan necesarios e importantes como el agua o el
aire
Y mucho tiene que ver la televisión -como elemento y como
producto-, porque es el lugar en donde todo eso ocurre y donde es
visualizado por la humanidad entera. Y tal vez lo preocupante sea que
confiamos en ella porque esta todos los días al lado nuestro
en el living, la cocina, el dormitorio, en las oficinas, los
restaurants, las calles. Por eso le creemos, porque esta ahí
encendida, siempre.
BIBLIOGRAFIA
- BARKER,Chris, Televisión, globalización e identidades culturales, Paidos, Barcelona, 1999.
- BARBIER, Frédéric y BERTHO LAVENIR, Catherine, Historia de los medios: de Diderot a Internet, Colihue,1996.
- PEÑAFIEL, Carmen y LOPEZ, Nereida, Tecnología de la televisión-Del disco de Nipkow a la revolución numérica, Universidad del País Vasco, 2006.