martes, 21 de diciembre de 2010

Choque de civilizaciones, Pluralismo y Multiculturalismo


Introducción
Hasta hace poco más de veinte años el mundo se dividía en dos. Capitalismo y Comunismo. Occidente y Oriente. Los Unos y los Otros. Y con la caída del Muro, se derrumbó esta mentira para instalar otra aún más grande: la centralidad de Occidente como único faro cultural a nivel planetario.
En el transcurrir de esos años de posguerra fría, como afirma Samuel P. Huntington, salieron a la luz los “cambios espectaculares en las identidades de los pueblos, y en los símbolos de dichas identidades”[1]. Y no sólo eso. Superada esa primera etapa de transición, en donde aparecieron esas nuevas identidades culturales; el cambio de milenio trajo consigo la identificación y la afinidad cultural; como así también la enemistad, la fractura y el conflicto de intereses a nivel planetario.
En este trabajo intentaremos mostrar como se fue conformando esta nueva era del ¿quiénes somos?, en donde “los seres humanos la han contestado, haciendo referencia a las cosas más importantes para ellos. La gente se define desde el punto de vista de la genealogía, la religión, la lengua, la historia, los valores, costumbres e instituciones”[2]. A su vez, la migración de grandes cantidades de personas de diferentes puntos del planeta (y diferentes culturas), hacia los centros neurálgicos de Occidente, trae aparejado una nueva prueba para los Estados que los reciben: aceptar la diversidad y la convivencia cultural.


El Verdadero Choque
Terminada la Guerra Fría en 1989, parecía que el Capitalismo había ganado, que Occidente se había impuesto, y que Estados Unidos era el triunfador. Y los fantasmas del etnocentrismo y la mono visión del mundo estaban de vuelta. Las diferentes nuevas culturas se estaban haciendo ver en los distintos puntos del planeta. Tribus, razas, etnias, grupos y naciones cobraban participación en este nuevo escenario político-social, y la otredad sería moneda corriente en momentos de identificación y diferenciación cultural.
En los noventa, el gobierno de Clinton, en Estados Unidos, hizo del estimulo de la diversidad uno de sus objetivos principales, pero el contraste con el pasado es llamativo. Los Padres Fundadores de la nación occidental veían la diversidad como una realidad y como un problema a fines del siglo XVIII; y los líderes políticos posteriores también temían los peligros de la diversidad racial, regional, étnica, económica y cultural. En el siglo XX nuevos grupos de pensadores conformarían el ala multiculturalista, cuestionando la cultura occidental desde el mismo núcleo de ella: la sociedad occidental. Por el mismo camino negaban la existencia de una cultura común, promoviendo identidades y agrupamientos raciales, étnicos y culturales. El movimiento multiculturalista indefectiblemente terminaría chocando con los defensores de la civilización occidental y del credo estadounidense. Ése sería el verdadero choque, según Huntington, dentro del sector americano de la civilización occidental, y el futuro de los Estados Unidos y el de Occidente dependen de que los norteamericanos reafirmen su adhesión a la civilización occidental, y esto significa rechazar los diversos y subversivos cantos de sirena del multiculturalismo”.[3]
En este nuevo mundo de identidades culturales (ya sean étnicas, nacionales o religiosas) que pueden florecer en cualquier momento y en cualquier lugar, en donde las afinidades y diferencias culturales configuran alianzas y antagonismos, como así también líneas de conducta; Occidente, y mas precisamente Estados Unidos, deberán comprender un par de puntos definitorios, en lo que respecta a su lugar en el mundo contemporáneo. En primera instancia, como advierte Huntington, “los estadistas sólo pueden alterar la realidad de forma constructiva si la reconocen y entienden”[4]. Y esto es una clara referencia a la gran dificultad para adaptarse, del gobierno estadounidense, a una “época en la que la política mundial está configurada por mareas culturales y de civilización”[5]. En segundo lugar, “la diversidad cultural y civilizatoria cuestiona la creencia occidental, y particularmente estadounidense, en la validez universal de la cultura occidental”. De manera descriptiva, esta creencia sostiene que los pueblos de todas las sociedades quieren adoptar los valores, instituciones y prácticas occidentales. Y de forma normativa, la creencia universalista occidental postula que la gente del mundo debe abrazar esos valores, instituciones y cultura porque representan el pensamiento más elevado, ilustrado, liberal, racional, moderno y civilizado del género humano”. En un mundo de conflictos étnicos y choque entre civilizaciones la creencia del universalismo occidental en la cultura es peligroso, porque se basa en un espejismo: el de la centralidad de Occidente en la historia universal[6].


¿Mono cultura?
Sólo un etnocentrista pudo haber llegado a pensar alguna vez que una cultura se impondría en toda la población mundial. Entonces, “los monoculturalistas a escala mundial pretenden hacer el mundo como Estados Unidos”[7], y esto es realmente un emprendimiento tan mentiroso como ciego; porque como señala Huntington, “En este nuevo mundo, la política local es la política de la etnicidad (…) La rivalidad de las superpotencias queda sustituida por el choque de civilizaciones (…) los conflictos mas generalizados, importantes y peligrosos no serán los que se produzcan entre clases sociales, ricos y pobres, (…) sino los que afecten a pueblos pertenecientes a diferentes entidades culturales”[8].
La solución a estos choques es simplemente la aceptación de la multiculturalidad a escala planetaria. En lugar de promover y exaltar lo que caracteriza la supuesta universalidad de una civilización, el requisito básico de convivencia cultural nos exige investigar lo que nos une, lo que nos es común a la mayoría. Como resumen podemos tomar  estas frases de Huntington: “En un mundo de múltiples civilizaciones, la vía constructiva es renunciar al universalismo, aceptar la diversidad y buscar atributos comunes”[9], y “…los pueblos de todas las civilizaciones deben buscar e intentar ampliar los valores, instituciones y prácticas que tienen en común con los pueblos de otras civilizaciones.”[10] El esfuerzo futuro en la búsqueda de la paz y la civilización esta en nuestras manos, y es encontrar un poco de comprensión y cooperación en nuestros líderes políticos, ideológicos e intelectuales. Si los seres humanos, con sus representantes a la cabeza, logran cumplir estos objetivos, no solo se le pondrá cierto tope al choque de las civilizaciones, sino que la civilización en sí, saldrá fortificada.

Distintos, pero unidos por la tierra
Las grandes migraciones a lo largo de la historia de la Humanidad fueron una constante. Y en su mayoría se debieron a que a gente huía de su lugar de residencia por causas extremas, como ser una guerra, un exterminio o enfermedades. Hoy en día estamos frente a movilizaciones masivas en un mundo multipolar, en donde “las distinciones más importantes  entre los pueblos no son ideológicas, políticas ni económicas; son culturales”[11].
Tanto en Asia, Europa, África, como América; la llegada de los inmigrantes en estas últimas décadas trajo aparejadas diversas controversias en los distintos niveles de la sociedad. Huntington señala que “la gente siempre ha sentido la tentación de dividir a las personas en nosotros y ellos, en el grupo propio y los demás, nuestra civilización y esos bárbaros”[12]; y la inmigración produce esa reacción en gran parte de los habitantes receptores, dejando recaer sobre aquellos los diferentes males que aquejan a su sociedad. Pero la negativa también se encuentra en los inmigrantes que se estacionan en el nuevo territorio y  una cultura diferente. “La cultura occidental está cuestionada por grupos situados dentro de las sociedades occidentales. Uno de estos cuestionamientos procede de los inmigrantes de otras civilizaciones que rechazan la integración y siguen adhiriéndose y propagando los valores, costumbres y culturas de sus sociedades de origen (los musulmanes en Europa, los hispanos en Estados Unidos)”[13].
Otro de los núcleos de diferenciación es la religión. Durante casi cincuenta años la cortina de hierro separó las aguas ideológicas en un mundo bipolar. En el siglo XXI, dejando esa simplificación de lado, nos encontramos con que “la revitalización de la religión en gran parte del mundo está reforzando estas diferencias culturales”, y de forma implícita y sin fronteras, “ahora es la línea que separa a los pueblos cristianos occidentales, por un lado, de los pueblos musulmanes y ortodoxos por el otro”[14].

Conclusión
Sería necio no querer saber leer el contexto cultural mundial. Ni nacionalismos ni universalismos conducen a buen puerto si nos paramos en éste abanico étnico planetario. Las diferencias son reales y palpables, y eso no debe ser un problema, sino por el contrario debe nutrir  con los elementos comunes a cada uno de nosotros, para construir una civilización mucho más rica y abarcativa.




[1] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág. 20
[2] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág. 22
[3] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág.368
[4] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág.369
[5] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág.370
[6] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág.372
[7] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág.381
[8] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág. 22
[9] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington, Pág.382
[10] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington,Pág.384
[11] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington,Pág. 21
[12] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington,Pág. 34
[13] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington,Pág.365
[14] El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, de Samuel P. Huntington,Pág. 23

1 comentario:

  1. muy interesante. Pero discrepo totalmente en tu conclusión, lamentablemente en el universo hay dos opciones o golpeas o te golpean.

    Tu tienes una identidad, unos valores y esto esta ligado a tu supervivencia individual/racial/comunitaria y/o estado. Muy bonito el buen rollo y el dialogo bla, bla... Palabras vacias que se lleva el viento.

    CONCLUSIÓN: DEFIENDE LO TUYO

    ResponderBorrar