martes, 31 de mayo de 2011

Utopía

¿Sos utópico?
Afirmar que las Ciencias Sociales y la Utopía tienen una ligazón importante, no creo que haga saltar a nadie de la silla; pero resaltar que la segunda es motor de la primera nos da cuenta de la importancia de los sueños y la esperanza, en lo referido a los cambios fundantes en la sociedad venidera. O por lo menos la sociedad que esperamos cambiar, una porción no menor de la humanidad.
Y las utopías aquí nos toman por asalto, nos envuelven y nos guían en nuestro camino, en nuestro recorrido del presente con miras al futuro. Sin la utopía no funcionaríamos. Tal vez, lo mejor sería darle sentido a ésa palabra, resignificarla. Con definiciones y metáforas, comenzar a entenderla según nuestro bagaje, nuestros conocimientos previos; y poder así comprender el mensaje interior del significado de Utopía.
Podemos nombrar a la Real Academia Española, y su definición de utopía[1]: plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación. ¿No parece del todo optimista, verdad? Es más, no nos da la impresión de una definición que demuestre algo de esperanza. No desesperemos, vayamos por otra.
El escritor francés, Anatole France, nos marca el camino, al indicar que “La utopía es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor[2]. Vemos como se remarca lo maravilloso de emprender un recorrido con una meta, con un sueño. Y es una guía de lo que vendrá, que es un mañana esperanzadamente mejor.
Y por supuesto volvemos una vez más a Eduardo Galeano, que nos dice que: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar[3]. El escritor y periodista uruguayo da cuenta de la importancia del camino y el recorrido. De cómo la trama de la historia nos conduce al desenlace. Y la importancia y el disfrute de ése objetivo, en donde el cambio y la transformación nos movilizan.
Varios Ejemplos
Entonces caemos en la cuenta de ejemplificar la utopía. Encontrarla en la práctica. O por lo menos divisar discursos que implícita o explícitamente levantan la bandera del cambio social, de la transformación utópica de la sociedad. Algunos de estos discursos sociales, ciertamente actuales, que poseen carácter utópico, pueden ser:
Hambre Cero en Brasil: impulsado por el gobierno brasilero del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2003, el plan asumió la responsabilidad de garantizar a todos los brasileños, el derecho a la alimentación. Para esto no solo se transfirieron renta y/o alimentos, sino que se debieron generar políticas de inclusión social que mejoren la distribución rentística, y que a su vez se generen nuevos empleos.
Los criterios para detectar el público que formaría parte de este plan, fue el ingreso familiar o la línea de la pobreza. Se estimaron 9,3 millones de familias, o el equivalente a 44 millones de brasileños. Para poder lograrlo, la ejecución se plantó sobre la implementación de políticas públicas por parte del Estado y la construcción participativa de la sociedad en el acompañamiento.[4] En 2003, al inicio del gobierno de Lula, había 54 millones de personas por debajo de la línea de la pobreza. Para el año 2009 la reducción de la desnutrición llegaba a un 73%,  y a un 45% la baja en mortalidad infantil.[5]
Separación de la Basura en Capital Federal: desde el año 2006, y con cierto tinte ecologista, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –con Mauricio Macri como gobernador porteño- promueve el plan “Basura Cero”, que se reglamentó como Ley 1.854 en mayo de 2007; y se orienta a la reducción progresiva de los rellenos sanitarios. 
Para lograrlo se plantean medidas de reducción en la generación de residuos, recuperación y reciclado de la basura y por sobre todo, la toma de conciencia y responsabilidad por parte de fabricantes y la sociedad en su conjunto. El plan estipula, desde su puesta en marcha, un plazo de 10/12 años (con bajas progresivas porcentuales cada 3 o 5 años), para reducir totalmente el relleno sanitario.[6] Finalmente el comienzo (si todo sigue según lo planeado) será a partir del segundo semestre del 2.012, en donde los vecinos porteños deberán sacar los residuos reciclables (secos) y los orgánicos (húmedos) en bolsas separadas, que depositarán en contenedores específicos.
Son cinco las empresas (CLIBA, AESA, NITTIDA, INTEGRA y URBASUR) que se disputan la licitación para las diferentes zonas de la Capital Federal, que deberán hacer una inversión fuerte en equipamiento de última tecnología, para los tratamientos posteriores a la recolección. Por su parte 13 cooperativas de cartoneros se presentaron para participar del concurso público para la recolección de la basura reciclable (papel y cartón), que retirarán para su posterior tratamiento. Según Diego Santilli, el Ministro de Ambiente y Espacio Publico porteño, esto permite “institucionalizar” a los cartoneros, evitando así que sigan abriendo bolsas en la calle y ensuciando el espacio público.[7]
Supuesta Libertad de Expresión en Argentina: como nunca antes en nuestro país, hoy en día, uno de los temas planteados –y plantados- en la agenda nacional y mediática argentina, es la Libertad de Expresión. Pero casi todo el tiempo, de lo que realmente se habla, es de la Libertad de Empresa. Y aquí el tema es clave. Si leemos el artículo 14 de la Constitución Argentina[8], podemos referenciar que todos los habitantes de la Nación tienen derecho a “publicar sus ideas por la prensa sin censura previa”; y salvo en contadas oportunidades (en donde nos sobrarían varios dedos de una mano), podemos escuchar o leer que algún periodista o comunicador opine o comente sobre un hecho que no beneficie a su patrón mediático -sea en programas televisivos, radiales o en los diarios oficialistas; como así también en los que pertenecen a Corporaciones Concentradas de Medios-.
Asimismo, el hipócrita y contradictorio reclamo de falta de libertad de expresión -en momentos en donde cualquier Periodista (oficialista o no), puede decir cualquier cosa; y en donde cualquier Medio (opositor o no), puede repetir hasta el hartazgo lo que quiere que resalte en la agenda del día-, es una muestra que la ausencia de ésa libertad no está en pugna entre Opositores y Oficialistas, sino tal vez tengamos que buscarlo por dentro de los conglomerados periodísticos, o en la propia autocensura que se realizan los comunicadores, cualquiera sea el motivo de esta.
Mi utopía
Una de las grandes utopías sociales, es que todo habitante de este planeta se asegure la comida, la vivienda, la salud, la educación y el trabajo (no exactamente debe ser en ese orden). Esos cinco puntos, son la base de la igualdad de oportunidades en esta modalidad capitalista que vivimos, pero creo que lo sería en cualquier otra también.
La comunicación y la puesta en marcha deberá encararla el Estado (licitando y promoviendo la participación privada en la generación de nuevos emprendimientos y empleos), con la participación de todos los partidos y/o representantes políticos; no importando quien la empiece y quien la culmine, sino como un Proyecto Nacional, en donde el mayor agente controlador sea la propia sociedad, que tenga como horizonte utópico la concreción del proyecto.
Y una de las cosas importantes a tener en cuenta, es que estas cinco variables se complementan, haciendo que unas y otras se fortalezcan, y permitiendo que la rueda imaginaria del consumo capitalista funcione a la perfección. La construcción de viviendas, con sus hospitales, escuelas y edificios públicos a lo largo de todo el Territorio Nacional; además de un techo para cada familia y/o habitante, generará empleos en abundancia (desde la construcción y planificación hasta las nuevas oportunidades laborales en establecimientos públicos administrativos, educativos y de salud). Por supuesto que todo esto hará que el consumo sea mucho más alto en todos los niveles. Y el punto que faltaba, la alimentación, estará cubierto en este sentido. La lógica indica que a mayor poder adquisitivo, el gasto y el consumo son mayores. Eso sí, tanto el Estado (con las diferentes administraciones que gobiernen en cada período), como así también los empresarios privados y la sociedad toda, deberán empujar y hacer bastante fuerza para que el movimiento de aquella rueda no se detenga, hasta alcanzar el objetivo planteado.
Entonces, si pensamos a la utopía como movilizador de los agentes de cambio de nuestra sociedad, no estaría mal afirmar que lo importante de la utopía, es ella misma. Ser utópico nos diferencia del resto, de los que no sueñan, o ni siquiera lo intentan. Nos hace ser amantes de la trama más allá del final de la historia; de disfrutar del camino -y hacer el intento de andarlo-, y no simplemente llegar a la meta. Y no nos estamos olvidando de los fines, que son valiosos; pero lo resaltable es la utopía como movilizadora, como el corazón que late en la esperanza y en el anhelo de lograr los sueños que beneficien a la mayoría.
Y lo planteado anteriormente, sobre los 5 puntos (comida, vivienda, salud, educación y trabajo asegurado para todos) que cambiarían totalmente la sociedad actual y modificaría de cuajo las relaciones de dominación -hasta aquí- perpetuas; es una de las tantas utopías, y es también la mía. Parece fácil, pero también parece utópico. No esta demás soñar e intentar ése futuro.


[6]  Mas información en el sitio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires http://www.buenosaires.gov.ar/areas/med_ambiente/basura_cero/
[8]  Artículos relacionados con Libertad de expresión  http://legislaciones.item.org.uy/index?q=node/323