lunes, 1 de julio de 2013

TV como medio transformador de masas


¿Se puede tomar a la televisión como el elemento, medio o instrumento –ya sea de formación, dominación o divertimento- que irrumpió de manera brutal en la sociedad del siglo XX, y se transformó en el centro de referencia de la gran mayoría de los hogares occidentales del planeta?
La radio, la gráfica y el cine dominaban los medios de comunicación hasta 1950, y las rutinas sociales del mundo moderno no esperaban –como nunca se espera lo desconocido- la llegada de éste aparato que se inmiscuiría en los hogares de todos, y llegaría a ser mucho más que un simple artículo del hogar. De él, como medio, dispararían en distintas direcciones la publicidad; la ideología; los aspectos económicos, políticos y sociales; la información -en todas sus esferas-; el mundo en sí mismo. O mejor dicho, lo que el mercado quería –y quiere- que los receptores en sus hogares vean, oigan y piensen.

Poder
La televisión pateó el tablero de los medios de comunicación desde su aparición a mediados del siglo pasado, encontrando el espacio perfecto para la publicidad con alcance masivo; pero también como arena de disputas del poder económico y formación de la opinión pública. Si hasta los ’50 la familia se reunía a escuchar el radioteatro y los trabajadores compraban las distintas ediciones informativas de los diferentes diarios, como afirman Barbier y Bertho Lavenir, “La televisión que se desarrolla en primer lugar como un espectáculo familiar nocturno, tiende a competir con –y a reemplazar a- la radio en sus formas de uso hasta comienzo de los años 1980.” (BARBIER y BERTHO LAVENIR, 1996, 280)
Pero el poder de la televisión radica en el encadenamiento que se da entre los canales y las redes televisivas, junto a las empresas anunciantes y los diferentes gobiernos. Esto genera desde la estandarización de gustos estéticos y las relaciones sociales e identidades, hasta la formación de opinión; cruzado por la marcación de la agenda cotidiana de los medios informativos como así también por la oferta de productos en un mercado, que en los últimos cincuenta años del milenio, afiló la punta del lápiz capitalista y encontró en la televisión, su mejor vidriera.

Realidad
Los aportes de Nipkow, Caselli, Rosling, Braun, Swinton, Campwel, Zworkin en un primer momento para los distintos sistemas, tanto el mecánico como el electrónico, -utilizados en los siglos XIX y XX- allanaron el desarrollo de la televisión para que, luego de haber estado estancado el desarrollo en tiempos de la 2° Guerra Mundial, pudiera en 1952 tener su verdadero comienzo comercial (PEÑAFIEL y LOPEZ, 2006).
¿Se puede permanecer estanco y sin modificaciones cuando un nuevo elemento como la televisión ocurre? Nada fue lo mismo en aquellos ’50, pero ocurrió algo similar y a mayor escala con el paso de las décadas; ni las personas y sus interrelaciones, ni los propios medios pudieron asimilar el golpe inicial, aunque el tiempo los fue ubicando en un nuevo lugar dentro del plano mediático. Los distintos movimientos sociales, políticos y estéticos en occidente en los ’60 y ‘70; como así también la caída del comunismo ruso junto al muro de Berlín -que dejó al capitalismo como única vía en los ’80 y ‘90-; y la globalización junto a las redes informáticas -como criaturas de éste formato económico- mientras terminaba el milenio, acabaron modificando de raíz las relaciones interpersonales y sociales de la humanidad toda.
Fragmentación de Identidades, Pluralidad de Discursos, Heterogeneidad Cultural son conceptos que se dan dentro del marco del capitalismo, en su versión globalizada. Y forman una extraña paradoja, porque son causa y efecto de los movimientos y las acciones de este nuevo marco socioeconómico; tanto de fin de siglo como del comienzo del nuevo milenio. Y Chris Barker aclara el panorama con ciertas definiciones, al decir que “…las culturas ya no están delimitadas por unas áreas específicas, sino que, como consecuencia de la migración de las personas y de la transferencia electrónica de ideas e imágenes, transgrede las fronteras establecidas”; y que “…la globalización no se debe experimentar ni entender solamente en términos económicos, pues también plantea importantes cuestiones sobre el significado cultural y la intensificación de una conciencia global”. (BARKER, 1999, 67 Y 72)

Nueva Sociedad
El gran negocio estaba ahí, solamente se tenían que dar las condiciones de inversión y las posibilidades de desarrollo para ampliar un mercado que no tenia, ni  sabía de su techo. Terminada la segunda Guerra Mundial, las industrias debian buscar un próximo nicho; y esto se daba en el marco de la formación de un nuevo tipo de sociedad impulsado desde los países desarrollados. Los diferentes modelos, tanto en Estados Unidos ( “grandes redes privadas financiadas por la publicidad y que buscan la mayor audiencia posible”) como en Europa (“televisiones públicas, controladas por los gobiernos”), daban por sentado que era necesario instaurar una norma común para que los industriales puedan invertir con una seguridad razonable. Imponer, por razones de coherencia de la red o de protección de los consumidores, una norma o procedimiento, es favorecer a un industrial por sobre la decisión estrictamente de cada Estado de disponer de técnicas nacionales. (BARBIER y BERTHO LAVENIR, 1996, 280/281/283)
Por otro lado se esconde la homogeneización cultural y la uniformidad de estilos de conductas globalizadas, junto al medio televisivo como lugar de disputas sobre la formación de opinión. Según Barker, “uno de los puntos principales que destaca la hipóetsis de la homogeneización cultural es el alcance global del consumismo capitalista, cuyo vehículo por excelencia es la televisión global.”. Perspectiva que hace “hincapié en la pérdida de la diversidad cultural y en el aumento de la 'uniformidad', proceso que evalúa de manera negativa.” (BARKER, 1999, 74). En el mismo sentido y haciendo foco en la relación televisión y audiencia, los programas emitidos -sean de entretenimientos o políticos- tenían de fondo un intento de amalgamar ciertos contenidos, sean ideológicos o de consumo. En aquellas primeras décadas resaltaban la extraordinaria capacidad de los programas de entretenimientos para movilizar la opinión pública y el consumo; y el hecho de que, bajo apariencias lúdicas y banales, son valores y representaciones que comparte la Nación. Este nuevo medio, la televisión en todas sus emisiones, se ha convertido en el lugar donde se teje el lazo social y donde se expresan tanto los valores como las tensiones de una sociedad. Los ejemplos de CBS, tanto el de Murrow/McCarthy y el de la Guerra de Vietnam operan en el sentido político-ideológico-informativo. (BARBIER y BERTHO LAVENIR, 1996, 288/289/290/291).

Consumo
La necesidad prefabricada e inyectada en la sociedad en los '50 y '60 se fue haciendo cada vez mayor con el paso de los años, pero en ésas primeras décadas el impacto fue muy grande, más que nada comparando con la historia previa inminente. El ejemplo en relación al incremento de aparatos en hogares así lo demuestra: “Entre 1950 y 1960 la televisión se convierte en un medio de masas en los Estados Unidos. En 1950, se cuentan tres millones de televisores; en 1961, 57 millones. Es, también, un negocio rentable; el beneficio neto de una red como la CBS se duplica en cinco años, pasando de 25 millones de dólares en 1959 a 40 en 1964.” (BARBIER y BERTHO LAVENIR, 1996, 287). Más adelante, el fenómeno global de la televisión en cuanto a producción, diseminación y parámetros de visión tuvo otro salto cuantitativo en los países en vías de desarrollo. Entre 1984 y 1994 el número de hogares con televisión aumentó vertiginosamente en zonas como África y Asia (se triplicó) o Centroamérica (duplicó la cifra). (BARKER, 1999, 85)
Este avance científico y técnico -que se había frenado tanto en Europa como en Estados Unidos a causa de la segunda Guerra Mundial-, reapareció con mucha mas fuerza e inversión, pero de forma diferente según sea el país en cuestión. Y esto se debe a que el esfuerzo industrial abocado al belicismo, volcó sus investigaciones para que en 1946 aparecieran las primeras emisiones comerciales, aunque por un problema de licencias, retrasó el verdadero comienzo 6 años más.(PEÑAFIEL y LOPEZ, 2006).

Conclusiones
En este análisis remarcamos que la televisión es un generador de información y entretenimiento; pero también un formador de opinión, ideología, estilos y modas. Pero a su vez, hay una retroalimentación con todos los sujetos que giran y repercuten en su actividad, formando una sinergia que repercute directamente en la sociedad toda, y en cada sujeto en particular.
Asi, conceptos como Poder, Consumo, Sociedad y Realidad fueron mutando en su relación directa e indirecta con la Televisión. La sociedad actual difiere a gran escala de la de 50 o 60 años atrás; los sujetos, las familias y las relaciones cambiaron -en gran medida por los medios masivos- de manera exponencial, según pasaban los años. La forma de consumir también mutó. Las publicidades no solo debordan la pantalla, sino que invadieron cualquier espacio público de nuestros días. La desesperación consumista y la imposición de necesidades en el gran público por parte de las empresas son una buena muestra. Entonces comprendemos que la realidad ha cambiado. Podríamos hacer foco solamente en frases como “lo vi en TV” o “para ser verdad tiene que aparecer en TV”; pero es mucho más que eso. El poder de las empresas y los medios radica en que pueden disponer de la realidad del resto de la población; imponer noticias, agendas informativas y culturales, generar productos y venderlos presentándolos tan necesarios e importantes como el agua o el aire
Y mucho tiene que ver la televisión -como elemento y como producto-, porque es el lugar en donde todo eso ocurre y donde es visualizado por la humanidad entera. Y tal vez lo preocupante sea que confiamos en ella porque esta todos los días al lado nuestro en el living, la cocina, el dormitorio, en las oficinas, los restaurants, las calles. Por eso le creemos, porque esta ahí encendida, siempre.

BIBLIOGRAFIA
  • BARKER,Chris, Televisión, globalización e identidades culturales, Paidos, Barcelona, 1999.
  • BARBIER, Frédéric y BERTHO LAVENIR, Catherine, Historia de los medios: de Diderot a Internet, Colihue,1996.
  • PEÑAFIEL, Carmen y LOPEZ, Nereida, Tecnología de la televisión-Del disco de Nipkow a la revolución numérica, Universidad del País Vasco, 2006.