sábado, 31 de marzo de 2012

Imágenes

La cuestión Engañosa
La definición de signo icónico es analizada en el texto Semiología de los mensajes visuales por Umberto ECO (1982), y es problematizada en el ámbito exclusivo y exhaustivo de la definición propia, del uso de las palabras adecuadas para tal fin. El autor da cuenta –y entiende el sentido- de la definición primaria de Peirce sobre los íconos, “…como aquellos signos que tienen una cierta semejanza innata con el objeto al que se refieren.”[1]; para luego poner en el tapete de análisis la definición planteada por Charles Morris, quien dice que “…es icónico el signo que posee algunas propiedades del objeto representado o, mejor aún, ‘que tiene las propiedades de sus denotados
Y aquí es el punto en donde Eco alude al sentido común y menciona el engaño, porque la definición de Morris, a través del sentido común, es totalmente compatible, pero tiene destino autodestructivo. Y se entiende con simpleza, porque es muy difícil que un signo icónico realmente tenga las propiedades del representado, ni siquiera algunas. Aparece el ejemplo de un retrato de la Reina Isabel (en donde aparecen similitudes entre el retrato y la Reina relatados y caracterizados, sin por eso decir que son idénticos), pero ocurriría lo mismo con una fotografía, un grabado o un film de una persona o un objeto cualquiera. En el papel fotográfico no encontramos las texturas, los colores, los aromas ni las dimensiones de lo denotado. Tampoco ocurrirá en una película ni en un dibujo. El signo icónico de Peirce es semejante (Morris más adelante dirá que “es semejante en algunos aspectos”), y en esta semejanza es en donde Eco hace pie, porque afirmar la posesión de las propiedades del denotado, es exigir mucho. Tendría que ser directamente un clon o una copia exacta, y también ahí habría que efectuar otro tipo de análisis.
Ejemplo publicitario
Tal es el caso del anuncio publicitario de cerveza con el que ejemplifica Eco. La imagen de un vaso lleno de cerveza fresca y espumante en forma de publicidad no es el vaso en sí, pero se asemeja y nos provoca distintas sensaciones y estímulos. Y esto es así por nuestra experiencia adquirida en relación a las bebidas en general, y a la cerveza en particular. Con algo de simbólico, la mayoría de nosotros sabe que cuando vemos un vaso con una bebida fría en su interior, diferentes colores, brillos y luces actúan, brindando y siendo parte fundante de ésa sensación. Y por el color, la espuma y la densidad podemos deducir que aquel es un vaso con cerveza. Eco habla de coordinación de todos estos factores “…hasta que se genere una estructura percibida que, sobre la base de experiencias adquiridas, (…) permite pensar: ‘cerveza helada en una vaso[2]
Como si fuera un código habitual –salvo los niños de corta edad- cada vez que vemos cualquier cartel en las calles o en los televisores, cuando vemos una película o una fotografía, o cuando mantenemos una conversación vía Internet con un amigo a familiar; logramos saltear todos estos pasos de análisis para ver en el signo icónico las propiedades de lo denotado, y seguir el curso natural del día a día.
Fragmentos de un razonamiento
Eco (1982:25), comienza su análisis haciendo hincapié en la función indicial, y cómo esta tiene relación con lo convencional y con las experiencias propias, remarcando que:
 “…todo índice visual me comunica algo (…) en relación con un sistema de convenciones o de experiencias aprendidas. A partir de la presencia de huellas sobre la tierra, deduzco la presencia de un animal únicamente si aprendí a establecer una relación convencional entre ese signo y ese animal. Si las huellas son huellas de algo que nunca vi, no reconozco al índice como tal, sino que lo interpreto como un accidente natural.”
Luego hará uso de las definiciones de Peirce y Morris –ya mencionadas en este texto, en el punto “La cuestión engañosa”- para poner el foco en la rigurosidad, la semiología y el sentido común; y así poder adentrarse en el principio de la nueva definición de signo icónico. Cuando se refiere en el análisis del anuncio de la cerveza, al momento de encontrarse con un dibujo o una imagen, Eco (1982:27), comenta:
 “siento algunos estímulos visuales y los coordino como estructura percibida. Trabajo a partir de los datos de experiencia proporcionados por la sensación: los selecciono y los estructuro según sistemas de expectativas y suposiciones que son resultado de la experiencia precedente, y por lo tanto, en relación con técnicas aprendidas, vale decir, según códigos.”
Finalmente hace la aclaración de que “…un signo puede denotar globalmente algo percibido (…) entre las condiciones de la percepción, elegimos los rasgos pertinentes, este fenómeno de reducción se verifica casi en la totalidad de los signos icónicos, pero de modo particularmente manifiesto en los estereotipos, los emblemas…”; y brinda los ejemplos de carteles callejeros o de dibujos de Walt Disney para referirse a las expresividad (1982:35-36).
Entonces Eco (1982:30) llega a la definición ampliada de signo icónico, y la expresa así:
“Diremos entonces que los signos icónicos reproducen algunas condiciones de la percepción del objeto, pero después de haberlos seleccionados según códigos de reconocimiento y haberlos registrado según convenciones graficas por las cuales un signo arbitrariamente dado denota una condición dada de la percepción o, globalmente, denota un precepto arbitrariamente reducido a una representación simplificada.”
Cómo llegar a un nuevo lugar
¿Podríamos afirmar que tal imagen se refiere a una cosa o a una persona, si nunca vimos a esa cosa o si no conocemos a tal persona? Pasaría lo mismo con un graffiti, un dibujo o una obra de arte. Si no poseemos el código para entenderlo, ¿significa algo? Al ver una huella en la arena mojada de la playa, siempre detectamos las diferentes marcas (de un perro, de una camioneta, de una pareja que pasó caminando, etc.), pero a veces también vemos huellas extrañas que tardamos en distinguir o nunca terminamos de hacerlo. Estamos en el terreno de lo desconocido, y estamos en problemas, pero ocurre algo parecido con lo que sí conocemos. Al ver una caricatura de un personaje famoso del deporte, el espectáculo e de la política ¿es las masividad lo que hace que lo reconozcamos o son los rasgos y peculiaridades de ése personaje –agigantados por el caricaturista- lo que nos llevan a pensar su nombre al momento de ver el dibujo? Por otro lado, la famosa fotografía de Ernesto “Che” Guevara podría ser el puntapié para pensarlo en distintos modos. Al verla, cualquiera diría “ése es el Che”, alguno resaltaría que no es el Che, sino que es una imagen de él, algo icónico; y otros lo asociarían con la Revolución Cubana, con Argentina, con libertad o rebeldía, y también con el marxismo o el comunismo. Y ahondando en estos detalles, el ejemplo de la cebra  aparecido en el texto de Eco (1982:30), es imprescindible para entenderlo. Sin las rayas blancas y negras, podríamos pensar en un burro o hasta en un caballo; pero las rayas son el distintivo de ése animal y le dan identidad en el dibujo. Como la boina con la estrella, lo es del Che Guevara, o como los rasgos peculiares resaltados en la caricatura lo son de ciertas personas.
Entonces tenemos que la semejanza y las experiencias adquiridas se entrelazan con las convenciones y las percepciones; y nos posicionan de determinada manera frente a los signos icónicos que se nos presentan en nuestra cotidianeidad. Y aunque no sea algo conciente, constantemente realizamos estos mecanismos con distintos lugares, objetos y personas. La cuestión es entender el mecanismo y no pasarlo por alto.



[1] ECO, U (1982) “Semiología de los mensajes visuales”, en Análisis de las Imágenes, Buenos Aires, Pág. 25
[2] ECO, U (1982) “Semiología de los mensajes visuales”, en Análisis de las Imágenes, Buenos Aires, Pág.27